1. El reino entre la crisis y la recuperación

Nacido al calor de las disputas entre las diversas fuerzas políticas -monarquía, nobleza y ciudades- inicia su andadura en el siglo XIII. Creado como reino independiente, sus primeros límites se recogen en los fueros otorgados por Jaime I, aunque sus fronteras no acabarán de consolidarse hasta el siglo XV (E. Guinot).

El Conquistador, para eludir las pretensiones de la nobleza, intenta un nuevo equilibrio en las relaciones de poder, potenciando el papel de los municipios y especialmente de la capital, que extiende al reino su denominación, su código municipal, muchos de sus privilegios y su sistema de gobierno. Protagonismo que pronto será contestado por la nobleza y la monarquía. El avance del poder señorial se manifiesta claramente en las Cortes de 1329. Estas, que conseguirán extender “considerablemente” el ámbito de aplicación de los fueros valencianos “reduir a unitat de ley: co és de fur de Valentia”, su principal objetivo, lo harán a costa del incremento del poder señorial. Se otorga en ellas la “jurisdicción alfonsina”, o lo que es igual “la concesión limitada de la jurisdicción civil y criminal y su ejercicio, para aquellos eclesiásticos, ricos hombres, caballeros, personas generosas, ciudadanos y hombres de villa que no disfrutando de -mero imperio- y consintiendo en los presentes fueros, tengan lugares y alquerías pobladas por -15 casats o mas de cristianos-. O bien estuviesen pobladas por -3 casats de moros- si se trata de lugares de realengo, o de -7 casats de moros- si quien disfrutase del mero imperio en dicho término fuese persona distinta al rey” (S. Romeu). La nobleza logra, además, la participación en el gobierno de la capital, obtiene dos puestos de jurados y ocupa anualmente, en alternancia con los ciudadanos, el cargo de Justicia Civil. La derrota de la ciudad de Valencia frente a Don Pedro el Ceremonioso y la nobleza (guerra de la Unión) no supondrá un cambio de proyecto político.

El Dietari d’Alfons el Magnànim y la documentación coetánea recogen la estela que a principio del siglo XV dejan a su paso los tres jinetes del Apocalipsis: el hambre, la peste y la guerra. El dietarista registra sequía y malas cosechas (1400-1402), peste (1401), refriegas entre los Centelles y los Soler (1405-1406)… Situación que confirman los jurados, solicitando oraciones al prior de Vall de Crist para hacer frente a la plaga, “vos pregam que us placia pregar-lo e fer oració especial que Déus leu aquesta plaga d’aquesta ciutat (1403)”, los sermones de su hermano, Vicente Ferrer, que vincula la peste al incumplimiento de las obligaciones religiosas: “Si tu no compleixes lo dichmenge…; car per açò venen mortaldats… y la misma acta.

Las síntesis historiográficas sitúan el reino entre la recuperación (A. Rubio) y la crisis (J. Hinojosa y A. Furió). El último afirma que ésta tendrá en él tintes menos dramáticos, dada su tardía incorporación al sistema feudal europeo y su capacidad para atraer inmigrantes e incorporarse al desarrollo manufacturero y comercial.

Las aportaciones puntuales sobre demografía, agricultura (L. Piles y A. Rubio) y comercio (P. Iradiel y sus discípulos) ponen de manifiesto que a partir de 1380 se consolida el relanzamiento demográfico y Valencia se convierte en un importante centro económico, que pasa a integrarse en las áreas comerciales europeas. Datos que confirman las rentas que la capital proporciona al monarca a principios del XV y el donativo de las Cortes, que señala el triunfo de la fiscalidad indirecta sobre la producción y el comercio.

Las dificultades, iniciadas a mediados del Trescientos, y el esfuerzo bélico protagonizado por la monarquía reactivan el papel del reino y de estas reuniones. Las Cortes, aunque se consolidarán como gestoras de la nueva fiscalidad de Estado, a través de la Generalidad, no conseguirán aglutinar los diversos y, en ocasiones, enfrentados intereses de los estamentos. La capital recupera su protagonismo, tras el compromiso de Caspe y la introducción de los Trastámara, imponiéndose a partir de 1428, en colaboración con una monarquía que, día a día, consolida sus posiciones.