La conquista y configuración del reino es el resultado de una larga trayectoria, que cabe enmarcar en el contexto general de expansión experimentado por los reinos cristianos a lo largo del siglo XIII. Expansión que, en la península Ibérica, supondrá la unión llevada a cabo por Fernando III el Santo de parte de Andalucía a Castilla: Córdoba (1236), Jaén (1246) y Sevilla (1248) y de Valencia (1238) a la Corona de Aragón. La distinta tradición política de ambas Coronas, queda reflejada en la forma de llevar a cabo esas incorporaciones; sólo la última será dotada de un territorio y legislación propios.